Ama de llaves de Allapattah espera que, “juntos arreglemos nuestro país.»

Aydee Genao

La sabiduría de los pueblos está en las miradas y las palabras de su gente humilde. Mi conversación con la Santiaguera Aydee Genao, quien reside desde hace 19 años en el sector de Allapattah, unas de las comunidades que más se identifica con los dominicanos, confirma esa concepción.

Esta pluri-empleada, quien se dedica mayormente a ser Asistente de Cuidado Personal y Ama de Llaves de familias pudientes, afirma que nosotros sabemos hacer de todo. «Lo que tenemos que hacer es dejar de llorar y quejarnos tanto. Y dejar de ser privónes y comparónes. Y querer las cosas pa’ de una vez. ¡Es que hay que fajarse!»

Para muestra de su empeño, me asegura (diciendo: «¡uuuuuu muchacho!») que ha hecho o tenido casi dos docenas de experiencias diferentes de trabajo. Y en todos «siempre lo he hecho y he quedado bien.»

Hace 24 años que llegó por New Jersey, luego de haber sido pedida por su Mamá. Al poco tiempo la acompañaron sus tres hijos: una hembra y dos varones de los cuales uno es conocido como el cantante urbano NG Gunz.

La orgullosa y dinámica abuela de siete, tiene 10 años sin visitar el país. Pero dice estar al tanto de todo, por medio de su Mamá y hermanos quienes viven en la isla, al igual que su novio que va con frecuencia.

Su mayor preocupación radica en la delincuencia en las calles y la corrupción de la que le han contado. No ha pensado en su país para irse a retirar, aunque nos cuenta que su Mamá tiene apartamentos donde pudiera vivir.

Me preguntó si existían mecanismos para facilitarle su retiro en su país, el día que ella decidiera regresar. La pregunta me pareció muy amplia para entrar en detalles. Pero le asegure que nuestra conversación era parte de esa preocupación.

La mayor satisfacción la sentí cuando le dije que, «a los ciudadanos americanos les dejan recibir sus cheques de retiro en Santo Domingo», y ella me respondió, «yo sé, pero yo nunca me hice americana. Yo nací allá y soy de allá. Yo soy dominicana y espero que algún día, nos ayudemos el uno al otro a arreglar nuestro país.»

Terminando nuestra conversación, le aseguré que la Nación que ella sueña, aún existe.
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